miércoles, 17 de febrero de 2010

Juegos de Guerra

No te apetece mejor una partidita de ajedrez…?



En 1983 La Guerra Fría estaba en todo su esplendor, y Ronald Reagan, por entonces presidente de los USA, se refería a la hoy desaparecida Unión Soviética como “el Imperio del Mal”. Expresiones como “guerra de las galaxias” se habían hecho populares, y reflejaban una preocupación por el desarrollo experimentado por la tecnología militar. La informática comenzaba a popularizarse gracias a máquinas como los entrañables Spectrum, aunque los ordenadores personales propiamente dichos aun eran una extravagancia exótica, y no acostumbraban a encontrarse en domicilios particulares, si no se trataba del de alguien relacionado profesionalmente con la computación. Internet era todavía un producto de la ciencia-ficción del que se empezaban a sentar las bases científicas. La misma ciencia-ficción, sin embargo, comenzaba a girar sus ojos hacia ese mundo esotérico, explorando las posibilidades que ofrecía. Juegos de guerra fue una de las primeras incursiones del género en el mismo.

Juegos de guerra, dirigida por John Badham, fue probablemente la primera película protagonizada por un hacker, y crearía el estereotipo por el que serían cortados en adelante dichos personajes en el celuloide. La película también bebe de la psicosis nuclear de la época. Matthew Broderick, en uno de sus primeros papeles como protagonista, interpreta a un adolescente tarambana, fanático de las computadoras y los videojuegos, que esta a punto de desencadenar la III Guerra Mundial.

Atención: a continuación se desvelan detalles de la trama.

La película comienza con una introducción, en la que vemos a dos oficiales del ejercito yankee que reciben la orden fatídica de lanzar los mísiles contra la Unión Soviética. Sin embargo, uno de ellos vacila ante la perspectiva de cometer un genocidio, y se niega a obedecer la orden. A continuación aparecen los créditos, mientras la imagen salta a una reunión de estado mayor. Nos enteramos que la escena anterior correspondía a una prueba sorpresa que ha resultado en un estrepitoso fracaso: gran parte de los oficiales encargados de ello se han negado a obedecer la orden de lanzamiento. La conclusión a que se llega es que el factor humano es un problema que ha de ser eliminado de la cadena de mando. Así pues, se decide sustituir a los oficiales a cargo del lanzamiento por un sistema de inteligencia artificial, que obedecerá las ordenes del Presidente y el Estado Mayor sin pararse a pensarlo. Nótese el detalle sibilino de que la película considera desprovistos de remordimientos de conciencia a estos últimos. La institución militar, dejémoslo claro desde el principio, no sale nada bien parada de esta película.


La acción salta para presentarnos al protagonista, David (Matthew Broderick) en el momento de recibir un suspenso en biología, algo que no parece preocuparle demasiado. En efecto, a continuación vemos como este delincuente juvenil falsea sus notas usando su computadora casera, y de paso impresiona a su chica con sus conocimientos y su desprecio a las leyes. Nuestro protagonista ve a continuación un anuncio de una empresa de videojuegos y, con la intención de verlos antes que nadie, programa un rastreo telefónico al azar de los números de teléfono de la zona, con la intención de localizar el computador de la compañía. Una de las máquinas que ha detectado en su barrido contesta con una lista de juegos, con lo que nuestro protagonista esta seguro de tener localizada su presa.


Para invadir el sistema, David averigua quien fue el programador del sistema, un tal profesor Falken y tras investigar detalles de su vida, adivina la contraseña. A continuación pide ejecutar un programa llamado “guerra termonuclear total”. El problema es que el ordenador con el que ha contactado no es el de una empresa de videojuegos, sino el sistema de inteligencia artificial que ahora controla los mísiles nucleares, y el programa que ha pedido ejecutar no es un juego de estrategia, sino el programa que calcula la respuesta militar más apropiada a un posible ataque soviético. David corta la conexión antes de que puedan localizarle. Al día siguiente ve en las noticias el marrón en el que se ha metido, pero cuando esta destruyendo las pruebas, el ordenador le devuelve la llamada para informarle de que el juego sigue, y seguirá hasta que haya un ganador.

Evidentemente, el FBI acaba pillando a David, y le llevan al complejo militar donde esta el ordenador de marras. Pero cuando el que fue ayudante del profesor Falken esta haciendo de poli bueno con él, David aprovecha un descuido para colarse en el ordenador de nuevo, y averiguar la dirección actual del profesor, a quien se daba oficialmente por muerto. Después se las arregla para escapar, camuflado en un grupo de turistas y más tarde, acompañado de su chica, se presenta en casa del profesor (John Wood) y logra convencerle de que les ayude.


El profesor Falken y David se presentan en el complejo de mando, y logran convencer a los militares de que todo es una fantasía cibernética y que no autoricen el contraataque. Pero en ese momento el computador toma la iniciativa, ejecutando un ataque de fuerza bruta contra el código de lanzamiento de los mísiles. En una carrera contrarreloj por detener a la máquina antes de que consiga el código, la fuerzan a jugar una partida de tres en raya consigo misma. La máquina empieza a probar combinaciones que acaban siempre en empate, entrando en un bucle. Cuando consigue el código, en vez de lanzar los mísiles, comienza a evaluar todos los escenarios de conflicto posibles en busca de una estrategia favorable, llegando siempre a un resultado final de “empate”. Finalmente, no encontrando ninguna solución favorable, aborta la ejecución del programa con una frase que se haría famosa gracias a esta película: “Curioso juego. La única forma de ganar es no jugar.”

Fin del spoiler.
Algunos detalles de esta película a considerar:
La forma en que el hacker interpretado por Matthew Broderick consigue colarse en los ordenadores. A diferencia de las fantasiosas técnicas usadas por otros piratas de la ficción, el personaje de Broderick en un caso consulta furtivamente un post-it en el que un usuario olvidadizo ha dejado anotada la password, y en otro prueba (y acierta) usando el nombre del hijo del usuario. Precisamente este tipo de imprudencias (dejar la contraseña escrita en lugar accesible, o usar una clave fácil de deducir por alguien al tanto de las intimidades del usuario) son responsables de gran cantidad de ataques maliciosos en la vida real. Este realismo, sin embargo, contrasta fuertemente con la escena final, de gran efecto dramático, pero poco creíble desde el punto de vista informático.

Asimismo, la táctica de llamar al azar a los números de teléfono buscando una respuesta de un computador era usada por los hackers de la época anterior a Internet, en combinación con herramientas como la mítica “bluebox”. De hecho, la técnica descrita en la película paso a denominarse como “wardialing” en lo sucesivo, debido al impacto que produjo la misma.

La escena en la que el protagonista escapa camuflado entre un grupo de turistas en visita guiada por un bunker militar de alta seguridad puede parecer risible. Sin embargo, ese tipo de visitas guiadas para turistas del morbo existían realmente en la época de la película, aunque desconozco si siguen habiéndolas hoy día (no me extrañaría, la verdad).

Aunque la película nos pueda parecer incluso un tanto inocentona a día de hoy, realmente provocó bastante revuelo, e incluso un cierto pánico, en la época en que se estrenó. En resumen, una buena pelicula para comprobar de primera mano el miedo atómico vigente en tiempos de la Guerra Fria, y la desconfianza que entonces reinaba hacia algo que hoy dia se ha convertido en omnipresente, el mundo de las computadoras.
Esta artículo fue escrito originalmente para el sitio Mondofriki.com, y publicado el 24-04-2007

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