
Si nos pusieramos en plan pedante y gafapasta, tendríamos que comparar esta obra con la novela de Golding “El señor de las moscas”. El último recreo consta de doce historias autoconclusivas que transcurren en un escenario post-apocalíptico clásico. Un arma del juicio final, de la que no se dan más explicaciones que sus efectos, ha matado a toda persona que hubiese superado la pubertad. En el mundo solo quedan los niños, abandonados a su suerte. Unos niños que deberán madurar de golpe, si quieren sobrevivir.
Invariablemente, estos niños que siempre temerán crecer, pues mientras dure el efecto de la bomba, hacerse mayor significa morir, cometerán los mismos errores de sus mayores, sin escatimar en crueldad, en una ciudad en ruinas llena de los cadáveres de los que no han conseguido sobrevivir, y que finalmente se verán forzados a abandonar (abandonar un mundo muerto para construir uno nuevo, todo muy simbólico, si me permitis decirlo).

En resumidas cuentas, una obra maestra que dio a conocer a Altuna en nuestro país, y que todos los buenos aficionados al genero sin duda disfrutarán. La única pega es que, dado el argumento, el lector (sobre todo el de sexo masculino) no podrá disfrutar del legendario dominio del citado autor en lo que a dibujo de la anatomía femenina se refiere. Pero ya se sabe, no se puede tener todo en esta vida…
Artículo publicado originalmente en el sitio Mondofriki el 01-11-2006
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