sábado, 25 de junio de 2011

Aldous Huxley: La Isla. ¿Y si la utopía fuera posible?

En el prólogo a la edición de 1949 de su famosa novela distópica Un Mundo Feliz, Aldous Huxley escribía lo siguiente:

“Si ahora tuviera que volver a escribir este libro, ofrecería al Salvaje una tercera alternativa. Entre los cuernos utópico y primitivo de este dilema, yacería la posibilidad de la cordura (...). En esta comunidad, la economía sería descentralista y al estilo de Henry George, y la política kropotkiniana  y cooperativista. La ciencia y la tecnología serían empleadas como si, lo mismo que el Sabbath, hubiesen sido creadas para el hombre, y no (como en la actualidad) el hombre debiera adaptarse y esclavizarse a ellas. La religión sería la búsqueda consciente e inteligente del Fin último del hombre, (...). Y la filosofía de la vida que prevalecería sería una especie de Alto Utilitarismo, en el cual el principio de la Máxima Felicidad sería supeditado al principio del Fin último, de modo que la primera pregunta a formular y contestar en toda contingencia de la vida sería: ¿Hasta qué punto este pensamiento o esta acción contribuye o se interfiere con el logro, por mi parte y por parte del mayor número posible de otros Individuos, del Fin último del hombre?”


Esta es, en líneas generales, la descripción de la sociedad en la que transcurre la acción de La Isla, obra póstuma del citado escritor, y considerada como la antítesis de Un Mundo Feliz. La Isla fue publicada en 1962, poco antes de la muerte de su autor, y muchos la consideran su testamento ideológico. Puede parecer contradictorio que el creador de una de las obras fundamentales del género distópico, una de las visiones más oscuras del futuro, se despidiera de este mundo dejando su opinión sobre como debería ser una sociedad ideal, pero eso no hace su lectura menos interesante. Si en Un Mundo Feliz, el planeta había caído bajo la dominación de una “dictadura amable” basada en conseguir que el ciudadano amase su esclavitud mediante el lavado de cerebro, la alienación cultural y el consumismo desenfrenado, La Isla plantea el supuesto contrario. En Un Mundo Feliz, los disidentes eran forzados a exiliarse en islas apartadas, y es precisamente en una isla aislada en donde tiene lugar la acción de esta novela, una isla en la que un grupo de idealistas han construido una sociedad basada en el crecimiento como individuos, y que, como los galos de los cómics de Asterix, resisten testarudamente los embates de un mundo exterior hostil a su ideal de vida.

viernes, 10 de junio de 2011

El 19 de Junio es hora de volver a protestar

Bueno, interrumpo de nuevo la linea habitual de este blog para retomar el tema del movimiento de los Indignados, y hacerme eco de este llamamiento a una protesta masiva.


Algún dia hablarán de nosotros en los libros de historia. Para bien o para mal, pero hablarán.