miércoles, 15 de febrero de 2017

Superlopez y la Caja de Pandora.

Personaje poco conocido fuera de las fronteras españolas, en parte debido a la censura que en su día impuso la poderosa editora DC Comic, propietaria del personaje de Superman parodiado en la serie, pero principalmente debido a lo poco exportable de su humor, muy centrado en la crítica de la actualidad social española, para la cual las aventuras del personaje son solo una excusa, Superlopez auna las virtudes de hacer la sátira social accesible al público juvenil, sin dejar al mismo tiempo de ser una parodia redonda del género de superheroes. Hay cierto consenso entre los aficionados que la mejor etapa del personaje creado por el historietista Jan es la comprendida entre los años 1981 y 1985. Es la etapa en la que el personaje deja de ser una simple parodia del género fantástico y comienza a introducir elementos de sátira social y urbana, pero sin todavía experimentar del todo esa preocupación por el virtuosismo técnico y el realismo en el dibujo de escenarios que, en opinión de muchos, le restará algo de frescura a la serie a partir de la segunda mitad de la década de los 80 hasta nuestros días.

Esta época dorada del personaje comprende a su vez cuatro álbumes: La semana más larga (1981), Los Cabecicubos (1983), La caja de Pandora (1984) y La gran superproducción (1985), todos ellos publicados originalmente como historias por capítulos. Del segundo de la lista, considerado casi unánimemente como la mejor historia jamás publicada del personaje, ya escribí hace tiempo un artículo en este mismo blog. Hoy hablaré de la historia que citan aquellos que se atreven a discrepar de esa opinión, la tercera de esta pequeña lista, La caja de Pandora, de 1984

Los dioses deben de estar locos...

A continuación se explican detalles de la trama

En el edificio donde Superlopez vive de incógnito bajo su personalidad civil de López, los vecinos están espantados por una serie de fenómenos extraños que vienen produciéndose en los últimos tiempos. Ha empezado a correr el rumor de que el edifico está encantado, muchos han abandonado ya sus antiguos hogares, y los pocos que quedan se plantean mudarse cuanto antes. López/Superlopez, sin embargo, no ha presenciado aún ninguno de los fenómenos extraños de los que todos hablan. Un día se topa con un anuncio extravagante en el periódico: uno de sus vecinos necesita contactar urgentemente con Superlopez, para comunicarle un peligro inminente que amenaza a la Humanidad. En su identidad de Superlópez, acude a casa de su vecino, un anciano, y, tras convencerle de que él es realmente quien aparenta ser, le pide que le explique la razón del inusual anuncio. Entonces el anciano le cuenta una historia cuanto menos inverosímil.

Nemesio Pando, que así se llama el extraño anciano, afirma ser nada menos que el último descendiente vivo de la mítica Pandora, la mujer que, según la leyenda, liberó todos los males sobre la Tierra manipulada por Zeus. Y no sólo eso, también afirma tener en su poder la legendaria Caja de Pandora, que habría contenido los males liberados, pero en la que todavía podría quedar atrapada la plaga definitiva, que pudo ser contenida a tiempo, y con la que Zeus quiso exterminar a la raza humana. Una Caja que Pandora y sus descendientes llevan tantos siglos escondiendo desde entonces como los propios dioses buscando. Nemesio Pando teme que al fin hayan logrado averiguar el escondrijo de la misma, y que los extraños fenómenos sean en realidad causados por ellos, con la intención de espantar la mayor cantidad posible de testigos molestos antes de tratar de recuperarla. Superlopez, irritado ante la increíble historia, comienza a discutir con el anciano, el cual pretende probar la veracidad de la misma revelando el escondite de la Caja, pero son interrumpidos por la irrupción violenta de un grupo de seres, con aspecto de haber sido reclutados de entre lo mas selecto de las leyendas de terror griegas que, sin mediar palabra, comienzan a disparar contra el anciano, sin que el pasmado Superlopez sea capaz de protegerle.

¡Acción!

El grotesco escuadrón asesino desaparece tan rápido como había aparecido. Al poco se presenta la policía, con lo que Superlopez decide camuflarse en su personalidad civil de López. Más tarde llegan sus compañeros de la oficina a interesarse por el suceso. Es entonces cuando los extraños personajes hacen acto de presencia de nuevo, y mientras los amigos de López huyen, este aprovecha para volver a cambiarse en Superlopez, y perseguir a los extraños intrusos hasta una caverna bajo los cimientos del edificio, donde tienen una extravagante infraestructura montada para huir con la Caja, que por fin creen haber encontrado. En la pelea, una nave espacial improvisada aprovechando una vieja locomotora es lanzada al espacio, con la presunta Caja, un sátiro griego de patas de cabra, y Superlopez, a bordo.

A partir de aquí, Superlopez conocerá la verdad (o al menos parte de ella) detrás del mito. Conocerá a los dioses, en realidad alienígenas refugiados en la Tierra tras destruir su propio planeta durante una guerra planetaria, que fueron divinizados por los humanos prehistóricos, y que acabaron huyendo de nuevo, esta vez para librarse de su recién adquirida condición de dioses. Alienígenas que aún siguen enfrentados entre ellos, que esperan desde hace siglos a que los humanos se autoexterminen para heredar la Tierra, y que quizá en su momento idearon la estratagema de la Caja de Pandora como método para liberar una plaga letal que acelerase dicho proceso. Sólo quizá, ya que ni entre los mismos "dioses" hay consenso sobre los hechos. La única forma de averiguar la verdad es encontrar la Caja, pero esto no resultará tan fácil como parecía al principio de la historia.


Los dioses no son tan divinos como parecen...

Fin de la zona de peligro de spoilers. 

La primera lectura de la historia es obvia: una parodia de uno de los argumentos más clásicos de la ciencia-ficción: los dioses alienígenas. El autor afirmaba haberse inspirado en la popularidad de este planteamiento también en el mundo de la ufología y las paraciencias en general. Los años 80 fueron una época en la que estos temas se pusieron muy de moda, y hubo una gran proliferación de sectas de inspiración ufológica, con lo que el argumento era pertinente en el contexto del momento. Pero además de del mundo de la ufología, la historia también bebe de otro elemento histórico del momento, la Guerra Fría. Ronald Reagan había propuesto su Iniciativa de Defensa Estratégica, caricaturizada popularmente con el nombre de "Guerra de las Galaxias", en 1983, y en 1984, año de publicación de la historia, se había puesto en marcha el organismo destinado a desarrollarla, el SDIO. En 1983 tambíen se había estrenado el mítico telefilm apocalíptico El Día Después, con lo que el tema del apocalipsis atómico estaba muy de moda, y Jan lo usa para dar un motivo plausible de la llegada de los dioses extraterrestres a la Tierra, que además le sirve de base para poder componer una historia con mensaje pacifista.

Sin embargo hay una cosa en la que La Caja de Pandora se aparta de las tradicionales historias de dioses alienígenas, y es en que no se centra en una mitología en particular. En su lugar, y para poder introducir mejor su idea de bandos en guerra, toma cuatro tradiciones mitológicas, la griega, la hindú, la azteca y la egipcia (quizá sea más apropiado decir tres tradiciones mitológicas y una religiosa, ya que el hinduismo sigue siendo un culto con millones de seguidores hoy día), a partir de las cuales establece dos alianzas rivales, la greco-hindú contra la azteco-egipcia, los antiguos bandos en guerra que ahora luchan entre si por el control de la Caja. Jan se documenta a fondo en dichas tradiciones para diseñar los personajes y sus relaciones, y poder componer algunos chistes que quizá solo sean accesibles a los conocedores de los mitos y leyendas originales, pero que elevan el nivel del humor de la historia más allá de la simple parodia graciosa de la ciencia-ficción de inspiración mitológica.

A nivel de curiosidad, destacar que en esta historia podemos decir que el personaje se desprende del último rasgo de su inicio como pura parodia de Superman. Ya había substituido el logo inspirado en el de Superman por uno más minimalista tras la polémica con DC, y en esta historia prescinde de las gafas estilo Clark Kent de López. La forma es cuanto menos curiosa: López se rompe las gafas al principio de la historia en un accidente fortuito, después la trama continua, y nos olvidamos de las gafas rotas hasta el final de la historia, cuando nos damos cuenta de que en ningún momento han sido repuestas por unas nuevas. Y así ya durante mas de treinta años.

En resumen, una historia divertida, enrevesada, bien documentada respecto al tema que parodia, con un punto de mensaje pacifista y que nos enseña que nuestro destino, al final, no está en manos de unos dioses que pueden ser tan cínicos y corruptos como cualquiera.





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