domingo, 29 de diciembre de 2013

Masters del Universo (la película).

Uno de los sellos identitarios de los 80 fue lo que podriamos llamar cine-halterofilia, las películas protagonizadas por tipos musculosos. A remolque de los éxitos cosechados por dos de los indiscutibles iconos de la década, Sylvester Stallone y Arnold Schwarzenegger, muy pronto los cines se llenaron de películas donde el argumento era lo de menos, y lo realmente importante era poder mostrar a un tiarrón de musculatura bien definida corriendo sin camisa de un lado para otro, y posando para que el espectador pudiera admirar con detenimiento su físico trabajado en la sala de pesas. Naturalmente, las películas más recordadas son las protagonizadas por las dos estrellas ya citadas, pero no fueron los únicos en este género. Un secundario remarcable en esta panoplia de tipos musculosos fue el sueco Dolph Lundgren, un personaje de biografía realmente curiosa (entre otras cosas, obtuvo el título de ingeniero químico pagando sus estudios con el dinero que ganaba trabajando por las noches como portero de discoteca) que había adquirido una cierta popularidad tras interpretar al aspirante que disputaba el título mundial a Rocky en la cuarta película de la saga de boxeo protagonizada por Stallone (1985). Esto le allanó el camino para protagonizar en 1987, dirigido por Gary Goddard, una una de las películas mas psicotrónicas de la década (lo cual es decir mucho), la adaptación tardía a la gran pantalla de una exitosa serie de animación emitida entre 1983 y 1985, y basada en una franquicia de figuras de acción de la marca Mattel: Masters del Universo.

¡Dolph Lundgren tiene el poder!



A continuación se desvelan detalles de la trama.

Planeta Eternia, un mundo en guerra. Un mundo muy parecido al clásico Mongo de las historias de Flash Gordon, donde la alta tecnología convive sin problemas con la espada, la brujería y el orden social feudal. El centro de poder de este mundo tan extravagante es el castillo Greyskull, hogar y corte de la mas poderosa y sabia hechicera del planeta. Su guardaespaldas personal, guerrero de la máxima confianza y jefe de sus tropas es He-man (Dolph Lundgren). En calidad de todo esto, es también el portador de la espada que lleva el nombre del castillo, imbuida de los poderes de la hechicera. El máximo enemigo de ambos es Skeletor (Frank Langella), un villano de rostro cadavérico que sueña con poseer algun día los secretos del castillo y dominar Eternia sin oposición. La historia comienza con la hechicera prisionera de Skeletor, que al fin ha conseguido infiltrarse en el castillo. Pero para conseguir los poderes de su prisionera ha de realizar un ritual que solo puede celebrarse en el momento astral propicio.

Mientras He-man, en compañía de sus dos camaradas de mas confianza, el veterano soldado Duncan (que corresponde al personaje que en la serie era conocido simplemente como Hombre de Armas, Jon Cypher) y su hija Teela (Chelsea Field) se cruzan con una patrulla de esbirros de Skeletor que llevan a un enano prisionero. Tras liberarlo, averiguan que es el culpable de la repentina irrupción de Skeletor en el bien defendido castillo. El prisionero se presenta como Gwildor, maestro cerrajero, y afirma ser el inventor de un aparato llamado llave cósmica, capaz de abrir un portal a cualquier punto del espacio-tiempo. Seducido por la lugarteniente de Skeletor, Evil-Lyn (Meg Foster) le entregó su invento sin tener ni idea de con quien trataba, y ahora Skeletor le quiere a buen recaudo para preservar el secreto de su nueva arma.

Gwildor aun posee una segunda copia de su invento, algo que Skeletor desconoce. Pero cuando está explicando su funcionamiento, aparece una segunda patrulla de esbirros de Skeletor. El grupo huye por un pasaje secreto que les lleva al castillo, donde son acorralados por los esbirros de Skeletor. Para escapar abren una puerta al azar con la llave de Gwildor, que les lleva a la clásica pequeña ciudad de provincias estadounidense donde nunca pasa nada. Durante el accidentado aterrizaje, pierden la llave, así que se dispersan para encontrarla. Sin embargo, una pareja de jóvenes del lugar, Julie (Courteney Cox) y su novio Kevin (Robert Dincan McNeill) darán antes con ella y, creyendo que se trata de alguna clase de instrumento musical electrónico extraviado, se la llevan con la intención de usarla en el show que el grupo en el que Kevin toca dará durante la fiesta de graduación del instituto de secundaria local. Mientras tanto en Eternia, Skeletor, enojado al descubrir que existe una  copia de su arma secreta, ordena a Evil-Lyn recuperarla a cualquier precio. Las manipulaciones de Kevin en la llave han enviado una señal a Eternia, revelando su posición, y Evil-Lyn envía a una partida de mercenarios a cumplir las ordenes de Skeletor.


Fin de la zona de peligro de spoilers.

Dejémoslo claro desde un principio: no es una película con un argumento tremendamente elaborado, ni mucho menos. Es pura serie B para pasar el rato, preferiblemente en compañía de amigotes con sentido del humor y bastantes cervezas a mano. Así no nos haremos preguntas incómodas, como por ejemplo, ¿cómo es posible que en Eternia cualquier nerd inventor de cachivaches pueda tener en su trastero la entrada a un pasadizo secreto que comunique directamente con los sotanos del castillo más defendido del planeta? y disfrutaremos del espectáculo. Estéticamente, es como un cruce de Conan el bárbaro con La guerra de las galaxias. De hecho, a los aficionados de esta última saga sin duda les resultará familiar más de una escena de la película. Otras influencias argumentales, reconocidas en su día por el propio Gary Goddard, habrían sido las hitorietas de la serie Cuarto Mundo, del autor de cómics Jack Kirby.

Vaya pintas...

De hecho, la disparatada mezcla estética es sin duda lo mejor de la película. Ver a He-man en su escueto atuendo de bárbaro cortacabezas, luciendo musculatura, al enano Gwildor ataviado en plan folklórico, y a Duncan y Teela en uniformes futuristas, charlando todos entre si como si fuese la cosa mas normal del mundo, por no hablar de los extravagantes uniformes de los diversos esbirros de Skeletor, ya es para sacar más de una sonrisa. Y ya que estamos con el tema de vestuario, mención especial para el traje de Skeletor en la secuencia final. La película también abunda en diálogos absurdos y momentos cómicos que harán la delicia del buen aficionado a la serie B.

Masters del Universo cosechó en su estreno un sonoro fracaso de crítica y taquilla, siendo considerada uno de los peldaños fundamentales de la escalera a la bancarrota de la productora Cannon. En su momento se había planeado una secuela, que obviamente jamás llegó a rodarse. Por todo ello arrastra una fama de película maldita, lo cual es sin duda un aliciente más para el visionado de esta pequeña joya (bueno, dejémoslo en cristal de colorines) de la serie B. A poco que no seamos demasiado exigentes, sin duda disfrutaremos con ello.

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