jueves, 7 de agosto de 2014

El amo del calabozo

De nuevo llevaba tiempo sin escribir por aquí. Había escrito algún par de artículos sobre temas políticos para Planeta Caspa, pero no había encontrado nada que me llamara la atención en el tema de cultura popular lo suficiente como para escribir sobre ello. Pero hace unos días cayó en mis manos una película tan alucinantemente mala que bien merece una reseña. Se trata de El amo del calabozo (Ragewar / The Dungeonmaster), del año 1984. Un encantador pastiche ochentero que pretende mezclar el cine de espada y brujería con las computadoras, con resultados encantadoramente cutres.

Cuando pones una película y en los créditos del comienzo ves aparecer los nombres de hasta siete directores, te das cuenta de que la cosa promete. Los perpetradores del engendro son, por orden, Dave Allen, Charles Band, John Carl Buechler, Steven Ford, Peter Manoogian, Ted Nicolaou, y Rosemarie Turko. Realmente no hay mucho que decir de prácticamente ninguno de ellos. John Carl Buechler fue el responsable de la séptima entrega de la saga de terror Viernes 13, y de Steven Ford prácticamente lo único remarcable a comentar es que es hijo del ex-presidente Gerald Ford. De todos ellos, quizá el único que merece un enlace a la Wikipedia para profundizar en su figura es Dave Allen, considerado una de las leyendas del stop-motion. La película se presenta en el formato de historia compuesta de varios episodios distintos, y cada uno de los directores se encarga de dirigir uno de ellos, consiguiendo al ponerlos en conjunto un resultado más que irregular.


A continuación se desvelan detalles de la trama.

La película comienza presentándonos al protagonista, Paul Bradford (Jeffrey Byron), un geek de las computadoras, haciendo footing por la ciudad mientras juguetea con una versión ochentera de gafas de realidad aumentada. También nos presenta a su novia Gwen (Leslie Wing), practicando aerobic en un gimnasio. La pareja se encuentra mas tarde en casa, y tras una conversación bastante friki, en la que se mezclan las computadoras con una petición de matrimonio, se van a dormir. Mientras duermen, son raptados a una especie de mundo de pesadilla por un brujo llamado Mestema (Richard Moll). Paul despierta de pronto vestido de gladiador futurista, en una especie de infierno oscuro, donde ve a Gwen encadenada a una roca y también debidamente ataviada con ropajes fantasiosos, en calidad de rehén de Mestema, que  ha elegido a Paul como contrincante para un duelo entre la brujería y la tecnología. Tras rebautizarle con el nombre de Excalibrator, Mestema comunica a Paul/Excalibrator que deberá enfrentarse a una serie de pruebas si quiere rescatar a Gwen y volver con ella a su mundo, y le equipa con un brazalete computerizado como arma para tal misión. Estas pruebas, obviamente, constituyen el argumento de los distintos episodios, y dan un repaso a los escenarios más tópicos del cine de terror y de acción de los 80. Entre prueba y prueba, Mestema y Excalibrator tendran momentos para intercambiar diálogos absurdos de tipos duros de caricatura, antes de ser teletransportado Excalibrator al siguiente escenario.

La primera prueba transcurre en unas ruinas perdidas en medio de la selva. Excalibrator llega ahí persiguiendo a unos enanos, pero su llegada despierta a un ídolo de piedra gigante. Excalibrator usara su brazalete (que tiene todo un surtido de armas que aparecen envueltas en cutrísimos efectos especiales) para salvarse del ídolo.

El segundo episodio transcurre en una especie de inframundo plagado de zombis que Excalibrator destruye con su brazalete, hasta encontrarse con una especie de rey troll que reta a Excalibrator a enfrentarse con su alter-ego zombi. Pero en vez de ello Excalibrator se enzarza con el rey troll en un duelo de frases lapidarias, hasta que queda claro quien es el mas duro, y el Excalibrator zombi desaparece.

Tras un duelo de efectos especiales cutres de regreso en el infierno de Mestema, Excalibrator es enviado esta vez junto con Gwen a la tercera prueba, que tiene lugar en un garito rockero. Excalibrator habrá de rescatar a Gwen, a la que pretenden torturar en escena como parte del show. Lo único destacable de este episodio es que la banda que ameniza la velada en el local mientras todo ocurre son los míticos WASP.

Excalibrator, Mestema, y al fondo Gwen, en el infierno de Mestema

La cuarta prueba transcurre en una especie de museo de cera congelado. Como era de esperar desde el primer momento, los monstruos y villanos de cera cobran vida y Gwen y Excalibrator habrán de librarse de ellos.

El quinto episodio presenta a Excalibrator como protagonista de un thriller policial, en el que un psychokiller pretende asesinar a Gwen. Excalibrator tiene una hora para salvarla, pero es tomado por el asesino y arrestado.   

El sexto episodio probablemente es el más flojo y absurdo (lo cual tiene merito). Excalibrator se enfrenta en una cueva a un monstruo, que al morir se transforma en un ser angelico que da las gracias a Excalibrator por librarle de la maldición que le aprisionaba. Así, sin más explicaciones.

Finalmente, en el último, Gwen y Excalibrator serán transportados a un desguace en medio del desierto, donde, como es obvio, se verán envueltos en una persecución de andróminas motorizadas al más puro estilo Mad Max.

Despues de esta prueba final, de vuelta en el infierno de Mestema, Excalibrator, harto de juegos, se quita el brazalete y, arrojándolo al suelo, reta a Mestema a solucionar el asunto de una vez como los machotes, a guantazo limpio. Mestema, como tipo duro que es, obviamente acepta, y en la pelea acaban rodando los dos por un barranco, y Mestema cae a un pozo de lava. Gwen y Excalibrator vuelven a aparecer en su casa, con Excalibrator de nuevo convertido en Paul, y aquí acaba todo.

Fin de la zona de peligro de spoilers.

Como es de esperar de una película hecha a retales por siete directores distintos, hay grandes saltos de estilo y ritmo entre los distintos episodios, y los penosos intermedios en el infierno de Mestema, que deberían servir de transición entre ellos, lo único que hacen es resaltar la diferencia. Aun así, es una película que tiene su encanto precisamente en eso, en lo mala que es. El argumento absurdo, la mezcla entre algunas escenas con efectos visuales bastante dignos (las dos primeras sobre todo) con otras donde la cutrez extrema es la norma, el añadido de efectos digitales de baratillo, las pintas que lleva Excalibrator con ese traje de superhéroe galáctico de baratillo, los diálogos de cómic de serie B, ese videoclip ochentero que es el todo tercer episodio... todo esto tiene bastante gracia, si se sabe ver con sentido del humor. Como suelo decir, una película para ver en pandilla, con substancias euforizantes a mano y muchas ganas de reírse un rato.

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