Tengo un especial cariño por las películas malditas. Esos clásicos de gran presupuesto que en su día fueron incomprendidos por el gran público y se estrellaron en taquilla. Si encima contienen grandes cantidades de humor escatológico, y mezclan sin demasiado acierto la acción real con los dibujos animados, tenemos una excelente elección para una tarde de pereza dominguera. Y si además hacen coña de enfermedades contagiosas mortíferas, en estos tiempos de paranoia y epidemias exóticas, la cosa ya roza la perfección. Así que, si tienen ganas de reírse un rato del ébola, y los chistes sobre secreciones corporales no les hacen perder el apetito, preparense un buen cartucho de palomitas de maiz y disfruten de las aventuras del héroe en miniatura más disparatado de la historia del cine: Osmosis Jones.
Diez milésimas de milímetro de tipo duro.
Básicamente, Osmosis Jones, pelicula de la Warner dirigida por los hermanos Farrelly en 2001, es una parodia de las buddy movies policíacas. En las escenas de animación, el interior del cuerpo del protagonista de la acción real es presentado como una ciudad en decadencia, dirigida por políticos mediocres y corruptos, en la que el protagonista animado, un glóbulo blanco, aparece como la parodia del clásico policía expeditivo y poco respetuoso con las normas, pero carismático y con un punto cómico, que tiene a un medicamento antigripal como el tambien clásico compañero de mente cuadriculada siempre aferrado al reglamento. Ambos deberán resolver un caso (una enfermedad del protagonista de la acción real) que resulta ser más complicado de lo en principio previsto.