Admitámoslo, hay películas de miedo que dan risa. Mucha risa. No es necesario, aunque sean cosas que ayuden a conseguir este efecto, que estén mal hechas, que los actores sobreactuen o se equivoquen, ni que haya fallos garrafales de continuidad, o se note el cartón piedra de los decorados y el peluche de los monstruos. La película puede estar rematada con una cierta dignidad, contener la suficiente dosis de situaciones de suspense y tensión, los suficientes sustos repentinos y las suficientes escenas de sangre manando a raudales que exigen los cánones del genero, y aun así provocar la risa cada vez que el monstruo de turno mate a alguien, sencillamente porque el planteamiento inicial es tan exagerado que se elimina el efecto de suspensión de la incredulidad, necesario para que cualquier película fantástica funcione, con lo cual todo se convierte en una farsa grotesca que arranca la sonrisa, e incluso la carcajada del espectador. Como muestra, un ejemplo.
Sharknado, el fenómeno viral del verano de 2013, una película realizada por encargo para el canal temático norteamericano Syfy por la productora de serie B The Asylum. Una película dirigida por prácticamente un completo desconocido hasta este verano, Anthony C Ferrante, y protagonizada por actores habituales de las teleseries, como Ian Ziering o John Heard, o de la comedia adolescente como Tara Reid o Cassie Scerbo, se estrenó directamente en tv el pasado 11 de julio, consiguiendo una audiencia de 1,37 millones de espectadores, pero sobre todo, causando un potente impacto en las redes sociales, lo que elevó la audiencia del segundo pase televisivo una semana más tarde, el 18 de julio, a 1,89 millones de espectadores. Pero ¿qué tiene esta película para generar tanta expectación? Bueno, básicamente que será difícil plantear algún día un argumento mas absurdo que el suyo.