Recupero este viejo articulito que escribí hace años ya, ahora que se acerca Navidad, porque si teneis niños a los que quereis iniciar en la lectura, esta novela una excelente opción. Y tambien vale para los mayores.
La primera vez que oí hablar de esta novela, y por extensión de su autor, el alemán
Michael Ende,
seguramente uno de los grandes de la literatura fantástica, fue, como
no, durante la adolescencia. Recuerdo que varios compañeros de clase
comentábamos lo aburridos que nos parecían los libros que hasta el
momento nos habían mandado leer como parte de la asignatura de lengua y
literatura. Uno de aquellos compañeros propuso como ejemplo de lo que
podrían mandarnos leer este libro, que a él le habían regalado no hace
mucho, y que encontraba genial.
Con el paso de los años, creo que he llegado a comprender porque
esta genial novela no estaba en la lista de lecturas obligatorias de
la escuela. Seguramente son las mismas razones que hicieron que la
publicación de esta obra, que en
1974 recibió el premio
Deutscher Jugendbuchpreis (Premio Alemán de Literatura Juvenil), fuera en
principio bastante difícil, allá por el
1973. Y es que la historia de
la niña vagabunda y los ladrones de tiempo pone en duda demasiadas
cuestiones que nuestra sociedad da por obvias, así que quizá conviene
mantenerla a una cierta distancia de la escuela. Sobre todo cuando esta
escrita con ese lenguaje claro y simple con el que se cuentan los
cuentos a los niños. Porque
Momo
en realidad es un cuento para niños. En eso reside la grandeza de esta
novela, en poner su mensaje, su moraleja, al alcance de cualquiera con
una edad mental superior a los seis años. Y esa moraleja quizá no es
tan inocente como parece. O al menos, no en el sentido en que muchos
entienden la palabra inocente, como sinónimo de trivial o incluso
estúpido.